sábado, 16 de octubre de 2010

Pasa el tiempo y todavia no tengo fuerzas


Se le cayó la cara en mil pedazos y junto con eso mi vida, mi auto destructible vida.

Mi héroe se transformó en villano y ya nada quiero saber de él. Quien me salvó de tantas hoy me deja a la deriva, quien me escuchó siempre hoy me deja hablando sola, quien me educó hoy es un desubicado.

Debí sospechar pero no lo hice, porque la confianza de 16 años era más fuerte que la desilusión a la que me arriesgaba. Pero tarde o temprano llegaría, ayer llegó y sin anestesia tuve que tragar una verdad de meses en un segundo, contener lágrimas y evitar la furia fue la única solución hasta quedar sola.

Más tarde temblaba y mis ojos se enrojecían poco a poco, lágrimas contenidas en mucho tiempo salieron como torrente en la soledad de mi habitación, esa esquina, otra vez me tocaba ir a llorar allí.

Hoy sigo escribiendo como si fuera un sueño, como si esto pasara solo en las películas y no fuera una realidad que ahora atormenta a mi vida. Parece una típica nota de sábado por la noche pero es nada más y nada menos que un fragmento de mi vida.

Me miro a un espejo que está pésimamente ubicado el lado del monitor de la computadora, los cabellos revueltos, los ojos llorosos, las pupilas dilatadas, los labios fruncidos y mi mirada lo dice absolutamente todo: decepción.

Julia Turner

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