jueves, 26 de abril de 2012

Miradas


Me dabas asco cuanto te miraba. Mostrando tus piernas con esa corta minifalda, mostrando los pechos que la naturaleza jamás te dio con ese escote, mostrando tu actitud de caza frente a cada hombre que encontraba tu mirada. Esa mirada tan felina y que perforaba. Intenté no mirarte para no ser uno más, yo no quería ser otra preza en tus garras. 
Miré tu escote tal vez porque me tenté, mire tu trasero tal vez porque no me resistí, pero yo sabía que si te miraba a los ojos no habría vuelta atrás y te encontraría envuelta en las sábanas de mi cama al despertar. 
El alcohol no ayudaba, jamás lo hará. Me hacía quererte mirar pero mi razón me cegó por mi bien y esa noche dormí solo otra vez, intranquilo sin saber si despertarías entre las sabanas de otro o si realmente pensabas en mi. 
Te empecé a conocer y me volví inmune a tus miradas y tus juegos, podía mirarte sin querer desnudarte y abrazarte sin abalanzarme. Me empezó a gustar tu forma de ser, ya no me importaba si tenías una minifalda o un vestido hasta los pies. Podías tener polera o estar mostrando toda tu piel pero yo ya no miraba, solo te quería terminar de conocer. 
Después de un tiempo te empecé a querer, creo que fue cuando dejaste de verme como una meta y comenzaste a regalarme sonrisas, cuando empezamos a hablar y descubrimos lo mucho que teníamos en común. Hablamos, hablamos y hablamos hasta que te olvidaste de que me pretendías y te sinceraste, fuimos tu y yo por una noche, fuimos reales. Tanto hablamos que olvidaste también de mantener tu maquillaje, tu postura erguida y de tu mirada. Según vos, olvidaste verte linda, para mi te veías más hermosa que nunca. 
No te vi por unos días y ya te extrañaba. ¿Qué estaba sucediendo conmigo? Creo que te deseaba pero no quería hacerlo porque sabía que ya no estaban en mi tus miradas. Me habías contado de tus chicos, de tus idas y venidas, me habías contado parte de tu intimidad y yo ni siquiera pensaba en ser parte de ella. Lo que yo no sabía era lo que pasaba por tu mente, que pensabas en mi estando en brazos de otros, que cada beso que te daban lo cambiabas por cualquiera de mis miradas, que preferías hablar conmigo que una noche con cualquiera en la cama. 
Me animé a admitir mis sentimientos mientras vos todavía me echabas un par de tus miradas, que se desvanecían de a poco porque pensabas que yo ya no era un juego, que de pronto me deseabas y no me querías en tu vida un minuto, ni una noche, ni una semana. El día que me animé a decirte lo que sentía ya no me mirabas con tu mirada asesina, me mirabas con tu mirada enamorada. Me terminé de convencer, ya no eras la  muchacha de escote y minifalda, ahora eras la chica de las sonrisas y las carcajadas. Eras natural y relajada, ya no te importaba usar pijama delante mío y no te daba verguenza cuando te desnudaba, tal vez porque ya te había desnundado el alma en nuestras charlas y las miradas. 
Hoy te miro y me gustás, te miro desnuda en mi cama y se que no desaparecerás por la mañana, se que me miras como a nadie jamás mirarías y que me amas como a nadie jamás amarás. 
Nuestro amor nació de las miradas, de las que evité al principio y las que busqué mientras me enamorabas, las que te doy hoy, mi amada y las que damos al futuro que planeamos. Puede que aún estando ciego yo te hubiese amado, porque tu enamoras con los ojos, las acciones, las caricias y con las palabras. 
Julia Turner

No hay comentarios:

Publicar un comentario