lunes, 28 de mayo de 2012

Aguas


Me ahogaba en el mar de tus ojos porque la tormenta no calmaba. Me entraba agua en el cuerpo y tu no me salvabas. No me ofreciste más que el verde mar para que me sumerja en el, no me explicaste el peligro ni me dijiste cómo salir. Y yo entré, entré sin saber que así como era hermoso para la vista la profundidad del agua, dejaba de serlo cuando entrabas allí. Se tornaba frío y confuso, mirarlo desde adentro ya no era igual, todo parecía tan grande y yo me desorientaba con cada segundo que pasaba allí. Mucho de ti entró en mi, mucha agua, muy salada. Me dejaba sedienta, sedienta de algo que no me saciaría tu mar. Porque cuanto más tiempo pasaba allí, mas sed tenía, más agua tomaba y más pánico al no poder salir de ahí.
Llegó un pescador,me atrapó y me dió tanta agua como necesitaba. Me llevó a tierra firme, pero nunca me negó mirar el mar. Me enseñó a nadar pero se me fueron las ganas de nadar en tu mar. Porque él tiene en los ojos un lago sereno en el que puedo chapotear. Día y noche me empapo en sus aguas que son dulces y tranquilas. Él me llama y me invita a nadar, prometiéndome siempre que volveremos a tierra firme y que estará allí por si me llego a ahogar.
Agradezco a mi pescador que me sacó de las aguas turbias que me ahogaban y me iban a matar, agradezco a mi pescador que me enseñó los secretos necesarios para aprender a nadar. Agradezco a mi pescador del amor que me enseñó a amar.
Julia Turner


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