sábado, 3 de septiembre de 2011

Amante convertida en novia


Me enamoré de ella cuando aceptó que la engañara, me enamoré cuando me miró fijo a los ojos y me dijo "no eres mio", me enamoré perdidamente cuando admitió que los suyos no eran los mejores besos. Me enamoré de todas sus imperfecciones.

Antes no la quería, ya tenía otra a quien querer, ella era un pasatiempo que comenzó a ocupar todo mi tiempo. De pronto ya no pensaba en mi compromiso y pensaba en ella, quería tenerla al lado y olerla. Ese perfume a niña pequeña que siempre traía puesto.

La ultima vez que la ví no sabía qué sería de mi destino. Ella estaba acostada en su cama, que cada vez nos quedaba más grande, a mi lado. Tenía puesto ese pijama que ya nada le tapaba desde hacía horas y ni siquiera se molestaba en correrlo para evitar que la luz del día resaltara cada marca de su piel. Yo la veía ahí, cómoda entre mis brazos.

Todo se terminó cuando se despertó y me miró. Todo se terminó cuando me dijo que debía irme. ¿Desde cuando una niña echa a un adulto de su casa? ¿Por qué tanto apuro si sabíamos que nadie llegaría? Fue la más directa de todas mis prezas, me lo dijo de frente y lo admitió sin lágrimas. "Debes irte porque me he enamorado".

Ella lo sabía, todos lo sabían. Ella era "la otra" y lo tenía muy en claro, casi tan claro como que no quería serlo.

Pero yo también me había enamorado, ya en los últimos encuentros la miraba con otros ojos. Era tan madura, tan histérica, tan miedosa, tan frágil, tan intolerante, tan alegre, tan gritona que no podía evitar desearla. Era la imperfecta más perfecta, cada uno de sus defectos la acercaba más a mi chica ideal.

No me quería ir ese día pero eso era lo que deseaba y le había jurado cumplir todos sus deseos, jamás había pensado en éste. Me puse la ropa tan lento que fui capaz de memorizar cada sensación, ella acompañaba cada movimiento mio con sus manos, ella abrochó mi pantalón y cada uno de los botones de mi camisa. Maldije sus deseos y su capricho de enamorarse de mi.

¿Y la novia donde quedó? La novia era superficial, la novia no sonreía con los besos en el cuello ni miraba fijo a los ojos, la novia no me abrazaba cuando llegaba, solo me sacaba la ropa, no me daba la mano al caminar y no me deseaba buenas noches. La novia no se preocupaba si me dolía algo, no me daba besos en la espalda, no cocinaba para mi y no me escuchaba por horas. La novia no era fiel ni yo a ella. La amante era fiel, la amante era más novia que la novia.

Yo no era quien había querido ser


Era la primera vez que mentía así, tan descaradamente. Habían sido seis meses trabajando de algo en lo que la mayoría tenía una doble vida, la mayoría excepto yo. Un viernes la tenía ahí, servida. Era mi víctima, era la crédula que iba a ser usada como ningun otra mujer, la que iba a aguantar el castigo de las decenas que habían estado antes de ella y me habían ido rompiendo el corazón, hasta que se transformó en un simple órgano vital, sin un solo sentimiento.

Al principio fue fácil, solo frases típicas. Para los mensajes me ayudaban mis compañeros de trabajo, los escribian ellos y nos reíamos con cada una de sus respuestas ilusionadas, la muchacha desesperada por amor. La ví, esta vez a solas y me dió lástima. Allí estaba ella sentada en un banco de plaza con su pollera colegiala y sus piernas cubiertas con medias azules hasta las rodillas, sonriendo y temblando de nervios, yo era un desconocido para ella. Logré besarla después de poca charla, ni yo lo podía creer, era muy malo en esto porque no era una costumbre, le había hecho solo dos halagos ¿tan fácil era?. La besé y me derretí, no lo podía creer. Era una niña frágil y yo la estaba corrompiendo. Me fuí diciendole que la llamaría, que nos volveríamos a ver, fue mi última maldad.

Pasó una semana y no lo podía evitar, la quería volver a ver, la quería volver a besar. Cumplí mi promesa y la volví a ver, arriesgué mi trabajo y mi integridad física, todo por volverla a ver. Porque cada vez que había intentado dormir esas semanas no podía hacerlo sin pensar en ella, sin ver la foto que había logrado robarle. ¿Qué me estaba pasando? ¿Dónde había quedado la doble vida que pensaba comenzar? Ya no quería besar a nadie más que a ella.

Pronto me demostró no ser tan pura e inocente como me había mostrado esa primera vez, eso me encantaba. Era salvaje, era arriesgada, era romántica, era angélical, cambiaba de personalidad con cada encuentro.

Ella se llenaba de inseguridades y desconfianza, me lo demostraba en cada mensaje y a mi me enojaba... me enojaba saber que en algún momento habría tenído mil motivos para hacerlo pero que esta vez era distinto, que yo no era quien había querido ser.

Pasó poco tiempo y yo ya no quería hacer otra cosa que verla, que besarla y tocarla, quería hablarle y reírme. Era irresistible para mi, la quería para toda la vida a mi lado.

CONFESION DE AMOR


Jamás pensé que me animaría a hablarte, jamás me imaginé que me ibas a responder, no entraba en mi mente que me beses y jamás, ni en lo más profundo de mi ser, había soñado con que salgamos juntos.

Esto es una locura y me encanta, esto es riesgoso y me llena de adrenalina. Me gustás vos y tus besos, me gustás vos y tu acento al hablar, me gustás vos y tus historias de viajes, me gustás vos y tus mensajes sin puntuación, me gustás vos.

Odio tenerte tan lejos, pero amo el momento en el que nos volvemos a ver. Adoro esconderme del mundo para que no nos maten y sentirme en plena película de acción. Desespero cuando no te puedo despedir con un beso porque te estan vigilando y me fascina la sensación de que alguien pueda entrar a la casa mientras estamos juntos. Se mueve lo más profundo de mi interior cuando te veo caminando por mi casa como si fuera tuya y no se explicar el sentimiento durante esos viajes juntos.

Te has convertido en alguien y eso me da miedo, ya no sos " el de...", ahora sos "ÉL". Te quiero tener cuando tenga ganas, que necesito al lado mío un sábado para mirar una película, te deseo para abrazarte y besarte como nadie más, te pido que estés para hablar.

ADORNANDO LA REALIDAD


Locuras por hombres he hecho diezmil, pero lo de hoy fue una demencia. Seamos correctos con el vocabulario, seamos argentinos: "me fui al carajo". Literalemente, viajé veinte kilometros con el fin de ver a un hombre que no es mi novio, que solo había estado conmigo una sola vez y con quien solo me mandaba muy pocos mensajes por día, si es que nos mandábamos y a quien solo conozco hace tres semanas.

Yo no se si fueron la cantidad de drogas que tomé la semana pasada para mi dolor de garganta que hicieron efecto tardío o si simplemente tengo serios problemas de locura, lo que importa es que hoy a las 4.45 de la tarde me encontraba en un colectivo al que jamás me había subido rumbo a la terminal de omnibus de neuquen (la cual tampoco había pisado jamás). Por lo tanto, el hombre no era el único desconocido, todo era poco familiar para mi.

Llegando a la terminal la panza me rugía como si no hubiera comido en años, pero eran solo los nervios y mi conciencia me molestaba como si hubiera cometido un crimen, pero eran solo las miles de mentiras que le había dicho a mi madre. Pisé la terminal. No entendía nada. ¿Alguien es capaz de explicarme por qué la terminal de Neuquen Capital es casi un aeropuerto? ¿Cuál es la maldita necesidad si está desierta?

Decidí ubicarme, a falta de mapa volví al viejo método de parar al que tenga cara de más ubicado y preguntar. Por fin fui dirigida hacia las cabinas de la empresa "Via Bariloche", luego de diez minutos de obserbar a la responsable de atenderme jugar al solitario fui atendida y conseguí como única información que ningún via Bariloche venía desde San Martín de los Andes. ¿Qué? ¿Me había mentido? ¿Todo era una farsa? ¿Hice veinte kilometros para nada? Ya sentía las lágrimas brotar desde lo más hondo de mi ser cuando me llegó un mensaje informándome que viajaba en el Valle y que ya estaba llegando. Me sentí realmente estúpida e intenté largar una pequeña risa para liberar un poco de estrés pero lo único que conseguí fue sonar como si hubiera estornundado estando congestionada. Un desastre.

Sola, en una terminal enorme y desierta los minutos pasan más lentos que en la propia escuela, y yo que creía que eso era imposible. Por fin un alatavoz me informó que el omnibus había llegado, cuando quise salir afuerma me encontré con un guardia que me señaló poniendo la peor de sus caras un cartel que decía "puerta de embarque, pasajeros unicamente". Tenía que ser un chiste, esto no podía estar pasando. Repito: No es un aeropuerto, es una terminal. ¿Para qué hacer una puerta de embarque separando gente?

Mi espíritu rebelde estaba al máximo, ya había atravezado dos ciudades para estar allí y le había mentido a más de cuatro personas, por lo que cuando el guardia se distrajo me largé a correr hacia la puerta hasta que porfin logré pasarla y encontré refugio donde no me pudiera ver traz una columna. Mi corazón latía al máximo, ya no distinguía si era porque al fin iba a verlo o si era el resultado de mi aventura para pasar por la puerta.

Y por fin llegó el momento tan esperado, se abre la puerta y baja el, primero, igual como lo recordaba desde la última vez, la única forma de recordarlo porque era la única vez que lo había visto. Esbosó la mejor de sus sonrisas y me besó, ni mucho ni poco, me besó como saluda un esposo a su mujer al llegar del trabajo. ¿Es necesario que me gaste en encontrar los adjetivos para explicar la desilucionante situación?.

El estaba trabajando, yo era solo la que lo interrumpía... aunque yo sabía que el deseaba ser interrumpido. Esperamos a que todos los pasajeros subieran y se ubicaran y sin que ningún guardia lo notara me escabullí dentro del omnibus con él. Esperé abajo mientras él seguia haciendo rutinas de su trabajo, luego bajó y me dijo muy cerca del oído "disimuladamente subí hasta la antultima butaca a la izquierda, te encuentro ahí". Listo, era lo que faltaba para terminar de hacerme la película. Eramos ilegales, estábamos haciendo algo que no correspondía. Yo, menos de edad, él mayor de edad. Él podía perder su trabajo si su jefe sabía algo, yo podía perder mi libertad si mi madre se enteraba.

Me escabullí y llegué al punto de encuentro, a los pocos minutos llegó él y se sentó a mi lado. Ya no estaba nerviosa, solo quería besarlo, confiaba en él plenamente a pesar de que no lo conocía. Nos besamos, no había otra cosa que hacer, nos hablamos muy baijto al oído y nos prometimos cosas que yo no había prometido jamás. Me regaló una señal de su confianza y la atesoré con mucho cuidado.

De pronto yo ya no era ni prófuga, ni ilegal, ni desconocida, ni una estudiante, ni siquiera era una idiota cumpliendo lo que sus impulsos dictaban. Yo era suya, yo quería hacer lo que él me dijera siempre y cuando él me rodeara con sus brazos y me diera sus besos. Pero me miento... yo no era suya... yo quería serlo, yo podía lograrlo.

Y no fui la única que sintió, lo confesó el después. No soy la única que cree que esta es la mejor locura. Somos así, extraños, entre nosotros y con los otros, pero yo creo que eso nos hará felices.

Por primera vez en mi vida, el viaje Neuquen- Cipolletti no tuvo el mismo significado. Esta vez, ese viaje fue el principio de algo.